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El tiempo es oro: Cómo afianzar la estabilidad financiera en 2011

Por José Viñals En la mañana de ayer, presenté nuestras últimas perspectivas sobre la estabilidad financiera mundial en Johannesburgo, Sudáfrica. Es natural preguntarse cómo se encuentra el sistema financiero mundial en este momento. Efectivamente, hemos sido testigos de mejoras en los últimos tiempos, pero también estamos observando una dicotomía entre la economía y el sistema financiero. Aunque la recuperación económica internacional ha continuado, la estabilidad financiera aún está en peligro debido a una falta persistente de confianza por parte de los inversionistas en las entidades soberanas de algunos países avanzados y sus sistemas bancarios. [embeded: src="http://c.brightcove.com/services/viewer/federated_f9?isVid=1" bgcolor="#FFFFFF" wmode="transparent" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true" FlashVars="@videoPlayer=760455139001&playerID=773795226001&playerKey=AQ~~,AAAACofWkTk~,d-cWVfCeeBH_nnm2fVyWbru_aG7Br_DV&domain=embed&dynamicStreaming=true" base="http://admin.brightcove.com" seamlesstabbing="false" swLiveConnect="true" width="426" height="352" ] En esta encrucijada, surgen tres reflexiones fundamentales. Desafíos para la estabilidad financiera Desearía explayarme sobre los principales riesgos que se ciernen sobre la estabilidad financiera mundial. Primero, en vista de los elevados niveles de deuda pública, la preocupación de los mercados en torno al riesgo soberano ha persistido y se ha contagiado a más países, mayormente en la zona del euro. Al mismo tiempo, hemos observado una creciente interacción negativa ―un círculo vicioso― entre los riesgos crediticios soberanos y bancarios en algunos países de la zona del euro. En otras palabras, el destino de algunos bancos ahora se encuentra cada vez más íntimamente entrelazado con el de su entidad soberana, y viceversa. Segundo, aún hay fragilidades en partes críticas de varios sistemas bancarios. Y, tercero, está el reto que plantea el rápido repunte de la afluencia de capitales en las economías de mercados emergentes. Aunque los flujos de capital por lo general son beneficiosos para los países que los reciben, una afluencia rápida y abundante puede alimentar burbujas de precios de los activos y someter a presión la capacidad de absorción de los sistemas financieros locales. Aunque aparentemente nos encontramos en las primeras etapas de ese ciclo, las autoridades deben mantenerse alertas a estos riesgos. Prioridades para la política económica Entonces, ¿qué políticas habría que instituir para afrontar estos desafíos? En los países avanzados, debemos hacer frente al legado de la crisis resolviendo las fragilidades financieras ¡de una vez por todas! En Europa, las autoridades deben romper el círculo vicioso entre las entidades soberanas y los bancos. En Estados Unidos, En los mercados emergentes, las autoridades deben actuar ahora para evitar crisis. Es importante mantener la combinación adecuada de políticas macroeconómicas y financieras prudenciales para hacer frente a los retos que plantea la afluencia de capitales. Además, los mercados de capital locales tendrán que adquirir más profundidad y capacidad de resistencia; por ejemplo, a través de la mejora de las infraestructuras de mercado. También es necesario continuar avanzando con el plan internacional sobre políticas financieras. Los sistemas financieros del mundo entero deben adaptarse para hacer lugar a la reforma regulatoria. Es necesario adoptar nuevas regulaciones que sean congruentes a escala internacional; entre otros temas, en lo que respecta a las instituciones financieras sistémicamente importantes y el sector bancario “gris”. Los regímenes de supervisión y resolución bancaria deben funcionar con mayor eficacia en el plano nacional e internacional para salvaguardar la estabilidad financiera. Urge abordar los retos inmediatos para la política económica —particularmente en la zona del euro— y encontrar un equilibrio mejor entre las políticas macroeconómicas y las políticas financieras estructurales. De lo contrario, será difícil lograr una estabilidad financiera mundial y un crecimiento sostenible.