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Un ajuste al gusto de Ricitos de Oro

(Versión en English)

Cuando se trata de ajustar el gasto público, es importante lograr el justo equilibrio. Se están llevando a cabo planes de ajuste fiscal en economías de todo el mundo, pero los riesgos siguen siendo altos. A fin de moderar estos riesgos es importante reducir la deuda y los déficits a niveles más moderados.

Visto desde una perspectiva, cuanto antes esto ocurra, mejor.

Pero, efectuar recortes presupuestarios demasiado abruptos puede entorpecer la recuperación económica general. Y si la recuperación se estanca, la deuda y los déficits aumentarán, y también aumentará el desempleo.

De acuerdo con nuestro análisis, lo que se necesita es un ajuste continuo pero gradual. Por consiguiente, como venimos diciendo en el FMI ya hace algún tiempo, el ritmo de ajuste tiene que ser el apropiado—ni demasiado rápido, ni demasiado lento, sino el ritmo justo, tratándose de países donde las condiciones de financiamiento lo permiten.

El panorama mejora

En comparación con seis meses atrás, los riesgos han disminuido en cierta medida. Esto se debe principalmente a que se ha avanzado en la implementación de las políticas, especialmente en Europa.

Sin embargo, los riesgos siguen siendo muy elevados, como se evidencia en la continua volatilidad de los mercados y en el hecho de que la deuda pública aún está en aumento. El gráfico que figura a continuación muestra el promedio de la relación deuda pública/PIB de las economías avanzadas en los últimos 130 años. Se observa que en las economías avanzadas dicha relación se encuentra hoy en un nivel muy alto, al que solo había llegado una vez en los últimos 130 años, durante la Segunda Guerra Mundial.

Por lo tanto, los riesgos aún son elevados en las economías avanzadas. Como se subraya en el informe Monitor Fiscal, las perspectivas son mejores en las economías emergentes, aunque estas economías están expuestas a los efectos de contagio provenientes de las economías avanzadas.

 

 

En conjunto, este año el ajuste fiscal avanza, en promedio, más o menos a un ritmo que consideramos apropiado, teniendo en cuenta la necesidad de equilibrar los diferentes riesgos a que se enfrentan los países. En unos pocos países habría margen para desacelerar el ritmo de reducción del déficit si las autoridades desean tener un seguro adicional frente a los riesgos a la baja que pesan sobre el crecimiento, pero en términos generales consideramos que el ritmo del ajuste es apropiado.

Una mirada más cercana a las cifras

Para tener una idea de lo que está ocurriendo realmente con los déficits, puede ser útil considerar el saldo estructural. Esto nos permite aislar los efectos que tiene en el presupuesto un crecimiento más rápido o más lento, así como factores extraordinarios que pueden hacer que transitoriamente la situación se vea mejor o peor pero que no se materializarán en los próximos años. La variación del saldo estructural nos da una idea del grado en que mejora o empeora el déficit con independencia de factores cíclicos o extraordinarios.

En 2011, la variación del saldo estructural, país por país, fue, en promedio, de 3/4 a 1 punto porcentual del PIB. Más o menos igual es el ajuste que se está registrando este año: 3/4 a 1 % del PIB, en promedio.

El mayor ajuste se observa en los países que están sujetos a presiones de los mercados. Pero, con la excepción de Japón, que aún está respondiendo a los efectos del terremoto y el tsunami, todas las economías avanzadas están reduciendo sus déficits estructurales. En particular, Estados Unidos y Alemania, que no se ven sujetos a la presión de los mercados, también están realizando un ajuste en 2011–12 (y en ambos casos el monto es aproximadamente el mismo).

Así pues, el ajuste está en marcha y continuará el próximo año.

Un largo camino por delante

En algunos países, se avanzará mucho en 2012 y 2013. Pero en otros quedará mucho por hacer en los próximos años para reducir los coeficientes de endeudamiento a los niveles anteriores a la crisis. E incluso en países que ya han logrado progresos considerables, el reto será mantener ese progreso durante varios años a medida que los coeficientes lentamente vayan disminuyendo.

Lo que cada país necesita es un plan claro de ajuste fiscal a mediano plazo para reducir su deuda pública con el tiempo. Algunos países ya cuentan con estos planes. Otros, como Estados Unidos y Japón, aún tienen que definir con claridad y en toda su extensión los planes para reducir la deuda pública a mediano plazo. Necesitan hacerlo pronto. A falta de dichos planes, que ayudarían a anclar las expectativas, posiblemente se requiera una mayor restricción presupuestaria que si hubiera un plan de ajuste gradual.

Por ejemplo, nuevamente, en Estados Unidos, a falta de nuevas medidas el déficit se reducirá en 2013 alrededor de 3,5 puntos porcentuales del PIB, lo cual sería el mayor ajuste fiscal en un solo año desde 1947, cuando el déficit registró una fuerte disminución al cesar los gastos militares después de la guerra. En un entorno económico muy incierto, el impacto en el crecimiento de una reducción tan abrupta del déficit podría ser calamitoso.

Ceden las presiones sobre las economías emergentes

Las economías emergentes realizaron un ajuste considerable en 2011. El ajuste prácticamente está llegando a su fin en 2012, pero nos parece que esto es apropiado en términos generales, porque en promedio las cuentas fiscales de las economías emergentes no están tan debilitadas como en las economías avanzadas.

Pero las economías emergentes con déficits abultados y un alto nivel de deuda también deberían continuar con el ajuste durante un tiempo.

Principales conclusiones de política económica

Primero, el ajuste fiscal debe avanzar a paso firme, a un ritmo que no sea ni demasiado rápido ni demasiado lento, si se dispone de espacio fiscal.

Segundo, un plan de ajuste fiscal a mediano plazo claro y creíble es esencial para lograr un crecimiento sostenible.

Hacer que lo imposible sea posible

Reducir la deuda pública al nivel en que se situaba antes de la crisis puede parecer ahora casi imposible. Pero, la tarea se verá facilitada en gran medida si los países logran un crecimiento más rápido a largo plazo.

Hemos calculado que un aumento anual del crecimiento económico a largo plazo de tan solo un cuarto de punto porcentual podría poner en marcha un círculo virtuoso que llevaría, al cabo de diez años, a una reducción de la relación deuda pública/PIB de 6 puntos porcentuales. Esto es así porque un mayor crecimiento facilita el logro de un superávit primario y reduce la relación deuda pública/PIB directamente. Esto a su vez reduce la tasa de interés, lo que a su vez estimula el crecimiento económico.

Si se activa este círculo virtuoso entre el crecimiento y la reducción de la deuda pública, lo que muchos ven como algo casi imposible, reducir la deuda pública al nivel anterior a la crisis, parecerá una tarea considerablemente más fácil.