Las variaciones de la balanza comercial obedecen a fuerzas económicas, no a los aranceles

Según un nuevo estudio del FMI, son los factores macroeconómicos y no los aranceles lo que explica el grueso de las variaciones de los saldos comerciales entre dos países.

Los saldos comerciales bilaterales —la diferencia entre el valor de las exportaciones e importaciones de dos países— han sido objeto de atención recientemente. A algunas autoridades económicas les preocupa que su considerable y creciente magnitud sea consecuencia de medidas desiguales que distorsionan el comercio internacional. ¿Es acertado prestar mayor atención a estos saldos?

En resumidas cuentas, no. Nuestro trabajo de investigación, que figura en el capítulo 4 de la edición de abril de 2019 de Perspectivas de la economía mundial , apunta a que una variación del saldo comercial de dos países que es producto de un arancel tiende a verse contrarrestada por las variaciones del saldo bilateral frente a otros socios comerciales a través de la desviación del comercio internacional, con lo cual la balanza comercial agregada (es decir, la suma de todos los saldos comerciales bilaterales) se mantiene constante o se ve solo levemente afectada.

El factor determinante es más bien macroeconómico. Observamos que el efecto combinado de factores macroeconómicos —que abarcan la política fiscal, los ciclos crediticios y, en algunos casos, la política cambiaria y las subvenciones generalizadas a los sectores de productos transables— explica la mayor parte de la variación de los saldos comerciales bilaterales en las dos últimas décadas.

La variación de los aranceles, en cambio, ejerce una función mucho menor. Eso no significa que los aranceles no perjudiquen a los países.

En el contexto de una economía mundial caracterizada por cadenas de valor internacionales (en que la producción ocurre en múltiples países), un aumento acusado de los aranceles puede crear costos económicos significativos a largo plazo y efectos secundarios que perjudican a la economía internacional.

Las fuerzas económicas explican los saldos comerciales bilaterales

Nuestra labor —basada en un estudio que examinó 63 países y 34 sectores durante 20 años— se centró en comprender y cuantificar los factores que determinan la variación de los saldos comerciales bilaterales. A tal efecto, distinguimos entre la función que ejercen los factores macroeconómicos, los aranceles y la organización de la producción a nivel internacional, que en parte se ve reflejada en la composición sectorial de la producción y la demanda de los países (por ejemplo, en los sectores manufacturero, de servicios o agrícola).

Observamos que, a lo largo de los últimos 20 años, la evolución de los saldos bilaterales se ha ajustado en medida significativa a fuerzas macroeconómicas que, como es sabido, también determinan los saldos comerciales agregados. Estos factores incluyen la política fiscal, tendencias demográficas y una baja demanda interna, pero también pueden reflejar la política cambiaria y políticas internas por el lado de la oferta, como las subvenciones a empresas estatales o al sector de exportación.

La variación de los aranceles bilaterales, en cambio, ejerce una función menor porque estos ya son bajos en muchos países y porque las reducciones arancelarias recíprocas generan efectos compensatorios en los saldos comerciales bilaterales. En el gráfico se indica cómo incidieron estos factores en la evolución de los saldos comerciales bilaterales de pares de países grandes.

En el caso de Estados Unidos y Alemania, por ejemplo, aunque los factores macroeconómicos explican alrededor de un 20% de la variación de la balanza comercial durante el período 1995-2015, representan más del 95% de la variación de la balanza comercial tratándose de Estados Unidos y China.

Un examen más detallado de los aranceles y sus efectos secundarios

Según nuestro análisis, aunque el efecto directo de los aranceles sobre la evolución de los saldos comerciales bilaterales fue relativamente pequeño en relación con los factores macroeconómicos, eso no significa que los aranceles no importen.

A más largo plazo, las variaciones grandes y sostenidas de los aranceles pueden ejercer influencia en la forma en que la producción se organiza internacionalmente a medida que las empresas reestructuran la inversión y la producción interna y externa; por ejemplo, creando cadenas de valor mundiales (o sea, diferentes procesos en distintas partes del mundo que agregan valor a los bienes y servicios producidos).

Desde mediados de los años noventa, la significativa disminución de los costos comerciales —es decir, de los aranceles y del costo del transporte y las comunicaciones— ha ido acompañada de un aumento del alcance y la complejidad de las cadenas de valor mundiales. Ello ha permitido a los países incrementar la productividad y crear empleos.

El carácter integrado del sistema comercial mundial actual apunta a que un acusado aumento de los aranceles afectaría a los países y crearía efectos secundarios que se transmitirían de un país a otro, perjudicando la economía mundial. Observamos que un aumento de los aranceles tendría efectos especialmente nocivos para el producto, el empleo y la productividad, no solo en las economías que los imponen o los enfrentan directamente, sino también en países más arriba o más abajo en la cadena de valor.

En la mayor parte de los países, el efecto negativo de un aumento generalizado de los aranceles manufactureros de un punto porcentual es actualmente mayor que lo que habría sido en 1995 (sin tener en cuenta efectos de retroalimentación). En el caso de Alemania y Corea —países con grandes sectores manufactureros particularmente integrados en las cadenas de suministro mundiales— la diferencia asciende, respectivamente, a alrededor de 0,5% y 0,6% del PIB.

Cuando el aumento del arancel se dirige a países específicos (en lugar de aplicarse a todos los socios comerciales), algunos países se benefician de la desviación del comercio que ocurre a medida que la demanda del país que impone el arancel es reemplazada por la de países libres de aranceles. Por ende, las variaciones de la balanza comercial bilateral con determinados socios, provocadas por aranceles bilaterales, suelen verse compensadas por variaciones de los saldos comerciales bilaterales con otros socios, de modo que la balanza comercial agregada se mantiene sin grandes cambios.

Repercusiones para las políticas

El presente análisis respalda dos conclusiones fundamentales para las políticas.

En primer lugar, el examen de los saldos comerciales debe centrarse en factores macroeconómicos, que tienden a determinar los saldos comerciales agregados. Sería aconsejable que los responsables de la política económica evitasen políticas macroeconómicas distorsionadoras, como una política fiscal procíclica (que proporciona un estímulo cuando la demanda ya es fuerte), y grandes subvenciones a sectores de exportación que crean desequilibrios excesivos y posiblemente insostenibles. A menos que la política macroeconómica cambie, es probable que centrar la atención en los saldos comerciales bilaterales frente a países específicos dé lugar únicamente a desviaciones comerciales y a variaciones compensatorias de la balanza comercial con otros socios, de tal modo que el saldo agregado del país termine registrando una escasa variación.

Segundo, las reducciones multilaterales de los aranceles y de otras barreras no arancelarias (por ejemplo, contingentes de importación o la aplicación de normas sobre los productos que varían según el país) benefician el comercio y, a más largo plazo, el desempeño económico. Los encargados de formular la política económica deben seguir fomentando un comercio libre y justo, eliminando los aranceles aplicados últimamente e intensificando los esfuerzos encaminados a reducir las barreras actuales al comercio.

Por último, es esencial reconocer que la liberalización comercial —al igual que el progreso tecnológico— puede imponer ajustes onerosos sobre algunos trabajadores y comunidades. La adopción de políticas de reorientación laboral y programas que faciliten la búsqueda de empleo, así como la creación de redes de protección social adecuadas y sistemas de tributación y prestaciones redistributivos, pueden coadyuvar a asegurar una repartición más amplia de las ventajas del comercio y protecciones adecuadas para personas o grupos excluidos.

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