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Cuestión de velocidad: Por qué las reformas estructurales son esenciales para acelerar el crecimiento mundial

(Versión en English)

Casi una década después del inicio de la crisis financiera internacional, la economía mundial sigue tratando de alcanzar la velocidad de escape. El pronóstico reciente del FMI para el crecimiento mundial es decepcionante al ubicarse en un nivel de 3,1% en 2016 y 3,4% en 2017. Además, las perspectivas siguen empañadas por el aumento de la incertidumbre económica y política, causado entre otras cosas por el voto a favor del brexit.

Los responsables de formular las políticas han adoptado medidas macroeconómicas contundentes para sustentar el crecimiento, como las de estímulo fiscal y políticas monetarias debidamente expansivas. Pero mantener una recuperación prolongada sigue siendo un logro esquivo.

¿Qué debe hacerse para acelerar el motor del crecimiento mundial? Las economías más grandes del mundo necesitan hacer más reformas estructurales. Esto fue un tema clave en las reuniones del G-20 celebradas el fin de semana pasado en Chengdu y de hecho ha sido uno de los principales focos de atención del G-20 durante la presidencia de China.

La edición de abril de 2016 del informe Perspectivas de la economía mundial del FMI también ha destacado la función fundamental de las reformas estructurales para fomentar el crecimiento económico, específicamente el efecto de las reformas del mercado laboral y de productos en el crecimiento de las economías avanzadas. Asimismo, un nuevo trabajo del personal técnico del FMI reúne nuestras recomendaciones específicas en materia de reformas estructurales para los países del G-20.

Cómo elegir las reformas estructurales correctas

Hay muchos ámbitos diferentes en los cuales las reformas estructurales –es decir, las medidas que hacen que el marco institucional y normativo sea más conducente para el crecimiento económico– pueden ayudar a fomentar la productividad. Estos son, por ejemplo, la regulación del mercado laboral y de productos, las políticas comerciales, la tributación y el sector financiero. Con tantos ámbitos de trabajo posibles, ¿cómo deberían priorizar sus esfuerzos los responsables de política económica?

Las investigaciones del FMI muestran que las reformas estructurales funcionan mejor cuando se adaptan bien a las condiciones macroeconómicas de un país. Nuestro marco de orientación para reformas estructurales establece tres consideraciones fundamentales:

La situación económica también puede marcar una importante diferencia en cuanto al efecto de las reformas estructurales. Por ejemplo, en tiempos de bonanza, la desregulación del mercado laboral puede contribuir a que los empleadores estén más dispuestos a contratar nuevos trabajadores, lo cual promueve el crecimiento. Pero si las perspectivas son desfavorables, en los hechos la desregulación puede dar lugar a una pérdida de empleos a corto plazo, porque será más fácil empleados.

Los beneficios funcionan también en el sentido contrario, ya que algunas reformas estructurales pueden contribuir a aumentar el margen de maniobra para la política macroeconómica.

Las reformas del mercado laboral y de productos que estimulen la competencia y disminuyan los precios pueden crear margen para distender la política monetaria. Las reformas estructurales también pueden ayudar a generar margen para aplicar una política fiscal discrecional. Las medidas que estimulan el crecimiento a mediano plazo también contribuyen a la recaudación tributaria. Actuando conjuntamente, el aumento de la producción y el aumento de la recaudación reducirán la relación entre la deuda pública y el PIB más adelante, lo cual permite disponer ya mismo de un margen de maniobra fiscal más amplio.

¿Qué significa todo esto en la práctica?

En el FMI, estamos usando el marco que acabo de describir para orientar nuestras recomendaciones en materia de política económica.

En las economías avanzadas, nos centramos en medidas que alienten el crecimiento tanto a corto como a mediano plazo. Por eso recomendamos que países como Alemania, Australia y Canadá aumenten el gasto público en inversiones de infraestructura. También recomendamos reformas que ayuden a ampliar las oportunidades de que más mujeres obtengan empleo a tiempo completo en países como Alemania, Canadá, Corea, Estados Unidos, Japón y el Reino Unido.

Cuando el margen de maniobra es limitado, como sucede por ejemplo en Italia, se recomienda especialmente desregular el mercado de productos para promover la inversión, el empleo y el producto sin generar costos presupuestales a corto plazo. Las recomendaciones del FMI toman también en cuenta la interacción de las diferentes reformas. Por ejemplo, las medidas de simplificación y ampliación tributaria en Estados Unidos pueden reducir ineficiencias y generar ingresos para financiar otras reformas altamente redituables (pero costosas).

Dado que la mayoría de los mercados emergentes están en una situación económica más endeble y tienen escaso margen de maniobra en materia fiscal, nos centramos en reformas estructurales que también puedan reportar beneficios a corto plazo; por ejemplo, una mejor gestión de los procesos de inversión pública en India, reformas del mercado de productos en China, y reformas del mercado laboral en Sudáfrica. Nuestras recomendaciones también se ocupan de la cuestión de los obstáculos para el comercio y la inversión extranjera directa –por ejemplo, en Brasil, India e Indonesia–, de la buena gestión de gobierno de las instituciones públicas y de otras reformas institucionales. En los casos en que el margen de maniobra fiscal es limitado o la consolidación es necesaria, alentamos a los gobiernos a ajustar los elementos que componen la política fiscal para hacerla más favorable al crecimiento.

Sinergia entre las políticas

Con miras a la Cumbre de Hangzhou que se celebrará en septiembre de este año, los países miembros del G-20 están asumiendo nuevos compromisos en materia de reformas estructurales. Para asegurar que tengan el máximo efecto posible, las autoridades deben instrumentar estas reformas como parte de un conjunto integral de políticas en que las medidas relativas a la oferta y a la demanda se complementen entre sí. Asimismo, para garantizar que su efecto sea incluyente, estas reformas deben estar apuntaladas por políticas que protejan a quienes sufren sus costos a corto plazo. Para que las reformas sean eficaces, deben beneficiar a todos, no solamente a algunos.